Mejor alegoría para el camino que haber tropezado con “La
mitad del mundo” representa no sólo el punto cero del globo, sino el haberse
topado con el equilibrio exacto entre tempestades y sosiegos que determinan la
marcha quijotesca por el Nuevo continente. En las proximidades geográficas de
Cambayé, justo en el corazón de Ecuador, luego
de una contienda accidental, los hidalgos estrechan sus manos con
Cristóbal, filósofo sideral que durante largos años dedica su vida a la “gran
bóveda celeste” que da de comer a cuanto poeta mirón, se le antoje regalar en
palabras, el cielo a una mujer. Apoyado afanosamente en tradiciones de culturas
Pre-Incas- donde el Rey Sol determinaba el Orden cotidiano- y en sus estudios
escolásticos basados en Ciencia Astral, mas el aporte de su oráculo de
bolsillo, Cristóbal planea quebrantar las lecciones de geodesia y cartografía
que dieron a entender el funcionamiento del mundo, mas bien confuso e incoherente
a favor del “Norte”= “Ner”= “Izquierda”, por un nuevo paradigma basado en
teorías apasionadamente irrefutables que demuestran las órbitas verticales “aparentes”
de los astros por sobre la Tierra dando a entender un nuevo diseño del Mapamundi, activando la
perspectiva de que no existe en tal maza terrestre un concepto tan
desempatado como “los de arriba y los de
abajo” y así posibilitar una nueva cosmovisión de los hombres acerca del
universo. La hacienda –dicho sea de paso la mas vieja de Ecuador, data de 1580-
y a su vez, laboratorio de quimeras de éste gran científico, fue cede de
noctámbulas charlas, vino y ración abundante, junto a su buena moza Teresita,
heredera real de la hacienda de quien fuera el primer presidente democrático
ecuatoriano. Ahora, con sentidos mas afilados, mientras los quijotes continúan obnubilados
pendientes de su flamante brújula que se encamina hacia puntos cardinales
redefinidos, otros cuerdos se encargan de navegar entre estrellas, cometas y
otros astros para entender el mundo que nos rodea, y de la pequeñez que representa
el hombre frente al Reino de los cielos. El molino de la sapiencia fue
derrotado en la Gran Batalla de Quitsato, cuando la oreja se rindió ante la
prédica.
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